En sus más de 36 años de labor empresarial, Prodem acompaña a sus organizaciones clientes en las más diversas transformaciones ocurridas en la Gestión, Operación y Mantención de sus Procesos productivos asimilando - en su proporción - aquellos cambios que le permiten dialogar con una adecuada comprensión de las necesidades de sus clientes para contribuir a satisfacerlas en aquellas competencias que nos son propias.

En especial, a partir de la década de los 80, la irrupción de las Tecnologías de la Información y la Comunicación no solo transformaron la forma de gestionar las empresas sino también se plantearon nuevos y más especializados tipos de competencias e innovadoras formas de desarrollarlas (por ejemplo, e-learning) dando cuenta de la irreversible llegada a lo que se llamó “trabajadores del conocimiento”, “economía de los servicios”, “globalización de las competencias” , etc.

Entonces, planteados como desafíos estratégicos, surgió un nuevo paradigma de gestión el cual necesariamente debemos replicarlo en nuestra propia organización si queremos apoyar simétricamente en los mismos desafíos que afectan el desarrollo de nuestras organizaciones clientes. Este paradigma reconoce que el desarrollo y la sustentabilidad en el tiempo de una organización orientada a la excelencia se basan esencialmente en la acumulación diferenciada del denominado capital intelectual que posea.

Citando a Nevado y López , “los cambios que se están produciendo en la economía mundial llevan a considerar el conocimiento como el elemento básico de la escena empresarial, de ahí (surge la importancia) de definir, valorar, controlar y gestionar el factor intelectual, ya que se está convirtiendo en el aspecto fundamental para la competitividad dentro del contexto socioeconómico actual”.

El modelo de capital intelectual en un organización de servicios contabiliza intangibles como: calidad de sus procesos y servicios, disposición de capital humano, capacidad de innovación, capital comunicacional y relaciones duraderas con sus clientes, todas áreas de desempeño en torno a las cuales deberán definirse los objetivos estratégicos de la organización y que son las que permitirán aprovechar mejor las oportunidades dando lugar a beneficios futuros predecibles y estables.